Berrinches y Rabietas

Manual de Supervivencia para papis, abus y amorosos cuidadores

Ya el diccionario nos alerta sobre el significado y consiguiente valor de las palabras. Nos dice que el “berrinche” es enfado o disgusto grande que se manifiesta de manera exagerada con gestos, voces o llanto; enojo grande y comúnmente presente en niños entre 2 y 3 años.
Para la "rabieta" nos alerta que es el enfado o llanto grande y de poca duración que se tiene por motivos insignificantes, y da un ejemplo: "al niño le entró una rabieta cuando le dijeron que tenía que ponerse los zapatos."
Esta situación me da pie para hablarles de mis experiencias con Sofía que ya cumplió 2 años, creciendo con prisa y sin pausa, quien me recordó este trance olvidado en mis ya 40 años de haberlos padecido.

Soy consciente que mantener la calma en medio de un berrinche es muy difícil. La primera palabra que me enseñaron cuando emigré a Israel fue “tzablanut” que significa paciencia. Me explicaron que para triunfar en la vida teniendo esa palabra siempre presente no había posibilidad de fracaso. Claro que para lo primero que la tuve que usar es cuando intenté aprender el idioma, pero eso es otra historia.

Aquí van algunas reflexiones producto de mi experiencia:
  • Poner a prueba nuestro nivel de paciencia.
No hay secretos,  todos las causas que provocan  berrinches están centradas en el hecho que no hacemos lo que ellos quieren.Hasta los 3 años se producen por necesidades como hambre, pañal sucio, un juguete, no querer dormir, no ponerse medias o una prenda de determinado color, etc., etc.
Se frustran,  y esa primera ira la manifiestan con el que está más cerca en ese momento. Finalmente son personas chiquitas que empiezan a mostrar sus emociones, está en nosotros saber y poder guiarlos (sin morir en el intento).
  • Respetar la decisión del adulto que en ese momento afronta el berrinche.
Si uno pone un límite, éste debe ser aceptado y respaldado por el otro que esté presente. Nada de “…pobrecita/o es una pavada…”, hay que ser firme y si es necesario llevarlo a otra habitación o fuera del conjunto para poder estar a solas. De esa situación pueden surgir acuerdos para rabietas futuras.
  • Frente al berrinche, no enojarse.
No es una nena/e “caprichosa/o”, está manifestando algo normal y somos nosotros los encargados de entenderla y guiarla para que eso no se transforme en una conducta constante cada vez que algo no sale como ella quiere.Si cada vez que patalea o se tira al piso consigue dejar de comer para que la persiga con el tenedor para que termine su almuerzo, seguro lo tomará como una herramienta a utilizar en otras situaciones. Ahora si entiende que el “no” enérgico, seguro y sin enojo no modifica un berrinche abandonará el método porque no le resulta. Entenderá que de esa forma no se consigue nada y aceptará que no todo lo que uno quiere lo puede tener. Parece complejo pero ellos son más rápidos que nuestra dialéctica y nos ponen a prueba en cada acto.
  • Emplear tacto y adelantarse a la situación que provocará el enojo.
Por supuesto que se tiene que poner los zapatos pero no es necesario que la acorrale en una situación que su única chance sea explotar de rabia. Allí evitar las cosas absolutas como “hay que hacer” o “no hay que hacer” simplemente explicarle a través del juego todo lo que podemos hacer con los zapatos puestos.
  • No hacerle mucho caso.
Verificado que es un berrinche y no le duele nada entender que en ese momento está fuera de control, una parte de su cerebro no está funcionando. Por lo tanto intentar razonar con ella es inútil. Hay que esperar que el llanto y su ira cesen para comenzar el diálogo.
  • Darle tiempo y espacio.
Solita acabará con su enojo. Asegurándonos que la rabieta no llegue a extremos como lastimarse o lastimarnos alejarnos de su vista pero haciéndole sentir que estamos a mano por si nos necesita. Seguro que sin público mi pequeño temporal hecho nena,  se transformará nuevamente en ese beba adorable que ha gritado y llorado hasta quedar rendida y se ha asustado como una tontita. Es hora de consolarla
  • Inventar algo que la distraiga.
En el último berrinche me acordé que le encanta matar mosquitos, y nos escapamos de él buscándolos. Nunca deseé tanto ver uno, tuve suerte y encontré un rezagado al alcance de nosotras. Sólo verlo apagó la furia.
  • No dar ni castigo ni recompensa por un berrinche.
Así entenderá que las rabietas son horribles pero no cambian nada, ni a favor ni en contra. Si la bronquita viene porque no la dejo salir al jardín, no cambiar de opinión y dejar que salga después de la tormenta emocional. De la misma forma si iba a ir a comprarle un helado antes,  seguir con la propuesta en cuanto se calmó.
  • Mantener las promesas.
Hacerle sólo aquellas que sabemos seguro vamos a poder cumplir. Si obtenemos su confianza la mitad de la batalla está ganada.
  • Abrazarla/o
Puede ser que uno piense que luego del berrinche la última cosa que nuestro bebé quiere es que lo abracemos. Pero ese es el punto final que la ayudará a calmarse. Un fuerte y firme abrazo sin decir nada hará que se sienta segura y de alguna manera diremos con esa acción que estamos preocupados aunque no estemos de acuerdo con su forma de actuar.
Todos los pediatras dicen que la rebeldía es una parte fundamental del crecimiento y clara señal que los niños se desarrollan normalmente. Por lo tanto aprendamos a no reprimir los berrinches por la fuerza, intentemos controlarlos con habilidad e inteligencia a pesar de lo agotados que estemos.
Pensemos que no es fácil crecer, ayudémoslo mientras podamos hacerlo.