El elogio en su justa medida

Una premisa muy difícil de lograr, por lo menos para mí.
Cómo hacer para no aplaudir un logro  de Sofía cuando veo el esfuerzo que le puso para alcanzarlo. 
Estuve investigando   una teoría que  desbanda a aquella otra que pone en un pedestal el poder del elogio para sentar las bases de la tan mentada autoestima.
Es decir hasta ayer cuando nuestros niños hacían un dibujo lo celebrábamos efusivamente resaltando una posible aptitud artística, lo mismo hacíamos con sus  habilidades deportivas o todo aquello que les significara un desafío. Pero investigaciones serias nos indican que adularlos diciéndoles que son brillantes y que su talento es extraordinario puede ser negativo y hasta terrible.
Estudios serios realizados en diferentes Universidades  demostraron que decirle a un niño que es muy inteligente hace obviamente que se sienta bien pero también puede producir miedo al fracaso.
Esto hace que de alguna forma quiera evitar las dificultades o los retos donde si no triunfa las expectativas que ponen los adultos  en él se desinflan como un globo y como  se “alimentan” de la aprobación de los mayores optan por la ley del menor esfuerzo.
Otra puede ser que el niño interprete algo así como “para qué esforzarme en una tarea difícil, si ya todos dicen que soy un genio!!”. Es más,  en cualquier momento se dará cuenta que no es un genio y su autoestima se hará añicos.
En definitiva en realidad lo que tenemos que cambiar es el foco del elogio. No adular su inteligencia o capacidades sino valorar los resultados que alcanzó y el esfuerzo que puso en ello.
De esa forma el elogio estaría emparentado con la motivación para seguir alcanzando nuevas metas.

Aquí van algunos ejemplos que podemos usar y que he estado probando con éxito:
  • Me muestra un dibujo y le digo “qué bueno!!! Contame cómo lo hiciste!! o usaste lápices o témpera?" y allí le doy a ella la última palabra.
  • Si sube a una altura que hasta hace un tiempo le daba miedo le digo.."Uhh finalmente lo lograste!!! Ahora tendremos que pensar un nuevo desafío".
  • Cuando hace unos días aprendió a hacer un nudo le dije…"Se te ve contentísima,  pensar que ayer no sabías hacerlo y hoy ya tenemos algo nuevo para mostrarle a mamá y papá".
  • Cuando hace alguna figura con la masa y que realmente tiene forma de algo concreto, le digo…"Me encanta lo que hiciste, me enseñás a hacerlo?" Esto es fantástico porque Sofía se siente  importante y me muestra cómo lo hizo sintiéndose valorada por su obra.
En fin me pareció interesante compartir estas experiencias porque siento que  las nuevas teorías tienen consistencia.
Como siempre digo toda palabra tiene que ser reforzada con  muestras de cariño, besos y abrazos que afirmen el esfuerzo, más allá de sus logros y también de sus errores. 

Mi abuelita, que era muy sabia siempre me decía “No vas a ser más porque te alaben o menos porque te critiquen, cuando te mires al espejo esa, esa sos realmente vos”. Se la voy a pasar a Sofía cuando sea un poco más grande para que mi abuelita siga viviendo en ella.